El Alcázar de Colón no siempre ha sido valorado como se merece.
En un momento del siglo XVIII pensaron convertirlo en cárcel pública, y luego fue chiquero de animales domésticos.
Fue durante la era de Rafael Leonidas Trujillo cuando se dispuso su rescate (la estructura estaba tan abandonada que ni techo tenía) y se procedió a declararlo Monumento Nacional.
En 1957 concluyó la obra de restauración, a cargo del arquitecto español Javier Barroso, quien ambientó los interiores con objetos y mobiliarios traídos de palacetes españoles. Se escogieron piezas similares a las que conformaban el ajuar de los habitantes originales del Alcázar.