Cuando vemos el imponente Alcázar de Colón usualmente solo lo reconocemos como un monumento colonial interesante y hermosamente conservado.
Sin embargo, con frecuencia ignoramos el hecho de que este lugar fue el hogar de los virreyes de Indias, Don Diego Colón y su esposa, Doña María de Toledo. Era su casa en La Española y donde realizaban todas sus actividades cotidianas, en especial Doña María.
Y hablando de esta última, vamos a conocerla un poco más de cerca.
María Álvarez de Toledo y Rojas, fue una dama española y la Virreina de Indias, nacida hacia 1490 y fallecida en Santo Domingo (La Española, actual República Dominicana) en 1549.
Era sobrina del primer duque de Alba, García Álvarez de Toledo y pertenecía, pues, a uno de los principales linajes de la nobleza de Castilla. Contrajo matrimonio con Diego Colón Muñiz (1474-1526), hijo primogénito del descubridor de América, quien ocupaba un lugar privilegiado en la corte española como paje del príncipe Juan, heredero de los Reyes Católicos.
Tras la muerte de Cristóbal Colón en 1506, Diego recibió el título hereditario de Almirante de Indias y la concesión de los diezmos sobre los impuestos de las nuevas tierras, según las capitulaciones acordadas tras el descubrimiento. En 1508, Felipe el Hermoso lo nombró gobernador general de Indias. Al año siguiente, Diego Colón y su esposa arribaron a La Española, donde se hallaba la sede del gobierno de las posesiones españolas.
La virreina María de Toledo fue, probablemente, la primera dama española que puso pie en el Nuevo Mundo cuando, junto con ella, la Corona decidió enviar a mujeres de alta cuna para casarlas con los varones que ejercían el poder en el Nuevo Mundo. El historiador Fernández de Oviedo relata que, con doña María de Toledo, “vinieron algunas dueñas e doncellas hijasdalgo, e todas e las más de ellas que eran mozas se casaron en esta ciudad (Santo Domingo) y en la isla con personas principales e hombres ricos de los que acá estaban, porque en la verdad había mucha falta de tales mujeres de Castilla”.
Doña María de Toledo gozó de una posición eminente en La Española, debido en buena medida al hecho de que, en la época fundacional de la sociedad colonial, el papel político y económico de las mujeres no había sido clausurado aún por las estrictas normas de género que imperaban en la sociedad de origen. La virreina ejerció una importante influencia sobre el reducido círculo de poder de La Española y sobre su propio esposo, cuyos poderes, no obstante, eran continuamente erosionados por el avance de la burocracia real, en detrimento de los privilegios heredados de su padre. Diego Colón murió en 1526, atrapado por las continuas dilaciones de sus procesos. Doña María permaneció en La Española, a la muerte de su marido, velando por los intereses de la familia.
Tuvo dos hijos y dos hijas. El mayor de ellos, Luis (1520-1549), nacido en América, heredó en 1536 el almirantazgo de los Colón, además del marquesado de Jamaica y el ducado de Veragua. Doña María continuó ejerciendo su poderoso ascendente sobre la primitiva sociedad colonial durante los años de gobierno de su hijo, quien fue nombrado capitán general de Santo Domingo en 1540. En 1544, doña María hizo trasladar los restos mortales de Cristóbal Colón a la catedral primada de Santo Domingo, donde fueron enterrados junto a los de Diego Colón. En esta misma iglesia fue sepultada doña María de Toledo tras su muerte, acaecida en 1549, poco después de que su hijo Luis fuera desterrado a Orán.
Bibliografía
- FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Gonzalo: Historia General y Natural de las Indias. 5 volúmenes. Madrid, B.A.E., 1959.
- FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo: La mujer española en Indias. Madrid: Memorias de la Real Academia de la Historia, tomo XII, 1910.
- HERRERA, Antonio: Historia General de los hechos de los castellanos en las islas y tierrafirme del mar océano. Madrid: Real Academia de la Historia, 1957.
- PUMAR MARTÍNEZ, Carmen: Españolas en Indias. Mujeres-soldado, adelantadas y gobernadoras. Madrid: Anaya, 1988.