La Fortaleza de Santo Domingo se erige como un símbolo de la historia y arquitectura colonial, siendo la esencia del recinto militar que la conforma.
Este monumento, de gran relevancia histórica, no solo cuenta con la emblemática Torre del Homenaje, sino que también incluye otros importantes elementos arquitectónicos como la Puerta del Rey Carlos III, el Fuerte Santiago, la muralla de la fortaleza, y el Polvorín de Santa Bárbara, entre otros.
Cada uno de estos elementos hila un relato profundo sobre la historia de la conquista de América y la evolución de la ciudad.
La transformación del recinto en un museo ocurrió en el año 2000, lo que lo convierte en un museo joven, con apenas 24 años de existencia.
La designación como «Museo de Interpretación Histórica» se debe a que las colecciones presentes son, en sí mismas, los monumentos que alberga.
Esta característica, según el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), resalta la importancia de considerar tanto los monumentos como los sitios históricos en un solo marco.
Desde su fundación en 1502, cuando Nicolás de Ovando estableció la ciudad, la Fortaleza de Santo Domingo ha jugado un papel crucial en la historia colonial. Fue aquí donde, en sus primeros años, se rendían honores a figuras como Francisco Pizarro y Hernán Cortés, reflejando la importancia protocolar del lugar para las relaciones diplomáticas de la época. Este reconocimiento fue enriquecido por el trabajo del Dr. Joaquín Balaguer, quien autorizó la restauración de los bienes patrimoniales de la ciudad colonial, junto con la intervención de arquitectos como Teódulo Blanchard.
En un esfuerzo por modernizar y dar un nuevo enfoque a la museografía, se introdujo tecnología de vanguardia para la creación de tres salas inmersivas en el museo. Una de las más impactantes es el mapping proyectado sobre la fachada de la Torre del Homenaje, un espectáculo que dura alrededor de nueve minutos y detalla los cambios desde el inicio de la colonización hasta la actualidad. Las salas 360 interactivas permiten a los visitantes explorar el encuentro de culturas a través de la proyección de imágenes y relatos.
Los esfuerzos por hacer el museo más accesible incluyeron la adaptación de las instalaciones para personas con discapacidad visual y motora, asegurando que todos los visitantes puedan disfrutar de la historia que se narra en cada espacio.
A pesar de algunas creencias erróneas, se aclaró que Cristóbal Colón no estuvo en la fortaleza durante su tiempo, ya que la construcción de la Torre del Homenaje comenzó después de su muerte.
Un aspecto fascinante del museo es la estructura del Polvorín de Santa Bárbara, que data del siglo XVII y destaca por su diseño estratégico. Con muros de tres metros, fue construido para minimizar el riesgo de explosiones en la ciudad, una prueba más de la ingeniosidad militar de la época.
La fortaleza no solo atrae a turistas, sino que también se ha convertido en un punto de encuentro cultural, disfrutando de visitas de embajadores y personalidades internacionales.
El compromiso con la preservación y la interpretación de este legado patrimonial es evidente.
A través de la modernización, el Museo de la Fortaleza de Santo Domingo no solo protege la historia, sino que también educa e inspira a futuras generaciones, solidificando su estatus como la «Primada de América» y un Patrimonio de la Humanidad que continúa evolucionando.