Ya Francia le otorgaba en 1982 el premio Ville de Vertry, gana el Premio Nacional en Dibujo de la Bienal Nacional en 1985.
El lunes 20 de mayo del 2023, su debilitado cuerpo sufre una caída infernal luego de un infarto y muere con la letanía de alguien que todavía quiere seguir compartiendo este mundo complejo con sus seres cercanos. Poco dado a visitar el país que le dio vida, Vicente Pimentel se desarrolla como artista internacional desde Francia, cuna que lo recibe en 1976 como becado con el fin de profundizar y explotar su talento, lo cual logra con méritos y reconocimiento de la crítica francesa y del resto del mundo.
Francia lo alberga como artista y lo cobijó hasta su muerte, residiendo en la Escuele del Louvre y cuya distinguida experiencia supo aprovechar para relanzar su arte en un mercado exigente como el europeo, teniendo la suerte de exponer en diferentes países del continente europeo y fuera, individual y en proyectos colectivos en España, Noruega, además de Francia, Islas Canarias, Niza, Yugoslavia y Londres, y en América en La Habana, Cuba.
Ya con una tradición formativa en el país, en la Escuela Nacional de Bellas Artes (donde también fue profesor por 3 años), Vicente Pimentel experimenta su arte en los inicios de la década de los 70. Ya Francia le otorgaba en 1982 el premio Ville de Vertry, gana el Premio Nacional en Dibujo de la Bienal Nacional en 1985, también el Premio Nacional de Artes Visuales del Ministerio de Cultura en el 2020, y para orgullo de los dominicanos y del artista, en junio del 2022 recibe Vicente Pimentel la Medalla de Reconocimiento por su trayectoria en el arte de parte del Senado de Francia en la persona del señor Gérard Larcher y en presencia de las máximas autoridades de la Embajada Dominicana en Francia. Otros reconocimientos obtuvo su obra en Francia, como el del Salón de Sanoi y la medalla del Consejo General de Oise en el 2001.
De arte abstracto, su obra y dibujos bien siluetados, Vicente Pimentel conceptualiza, desde sus figuras suspendidas y flotantes, un mundo percibido a su manera como complejo, pero de gran dominio de sus formas, colores, y estructuras que lo hicieron ganarse el corazón del público francés y las galerías que le abrieron sus puertas, como de coleccionistas importantes. Como se ganó el reconocimiento de la estricta comunidad de críticos de arte del mundo europeo, en especial de Francia, y eso es romper barreras, teniendo en su amigo Andrés Vanderhorst, su admirador y promotor.
Como rompió barreras desde el momento que decide estudiar arte viniendo de una familia humilde y pobre, de un barrio popular, en una sociedad en donde en los años sesenta del pasado siglo la movilidad social era casi nula y el arte aún no era visto como un medio para ganarse la vida, como dicen muchos de los padres de hijos de familias pobres cuando escogen profesiones poco esperanzadoras para ellos.
Romper barreras fue atreverse a socializar con niños/as para transmitir conocimiento y socializar el arte como técnica, experiencia creativa y conocimiento de vida. Rompió barreras Vicente Pimentel cuando va becado a un gran país y logra quebrar prejuicios raciales, sociales, de nacionalidad, como inmigrante, y triunfa en ese medio difícil para muchos que lo han intentado y se quedan en el camino, dejándonos una lección: el talento vence todas las barreras.
Rompió barreras también, cuando Vicente Pimentel decide un método particular de enseñar a niños/as franceses el arte con lápices de colores y lo introduce a otro escenario más didáctico, lúdico y riesgoso para dialogar con los niños/as el aprendizaje del arte.
Pero rompió barreras, igualmente, este artista nuestro, al establecer diálogos académicos sin antecedentes entre nuestros artistas, y logra innovar el método de trabajo con universitarios en una cátedra sobre patrimonio, intercambiando y dialogando con ellos de su obra y recibiendo miradas enriquecedoras. Este experimento lo logró entre las universidades de Panteón I y Versailles Saint Quentin, toda esa experiencia en espacios abiertos, trabajo de campo y en su taller.
Quizás la gran oportunidad de conocerlo en mi caso, se relaciona con los primeros momentos de su estancia en Francia, hacia 1977: siempre cordial, humilde, informal y con su bufanda enredada en el cuello como rasgo característico, y hasta a veces, de humor. Nunca cambió su figura delgada y su forma de vestir y del pelo, así aun lo recuerdo.
Nunca hizo gala de grandeza, no hacía gala de su éxito a los demás y sí confirmo su identidad absoluta con Francia y su desapego al terruño que lo vio caminar sus calles en sus años mozos….Tal vez, digo yo, porque su vida aquí, no le fue halagadora, acogedora, afectiva y socialmente compensatoria…por eso se explica en su interior y sus obras también: rebeldía y esperanza al mismo tiempo como evidencian sus vínculos con el Grupo Seis, un colectivo de artistas jóvenes de su época inicial como artista.
Unas ganas de abrirse camino lo llevan a Francia donde desarrolla su vida, como lo hicieron otros del mismo colectivo de artista que se creó en Bellas Artes, algunos vienen y van desde Europa, como Manuel Montilla y Alonso Cuevas; otros, como Ignacio Rincón -Kuma, en España, con residencia permanente o Vicente Pimentel, que hizo de Francia su patria y nicho final. Eternos tus recuerdos y tu obra, Vicente Pimentel.