Como ya sabemos, el hijo de don Cristóbal Colón, Diego, habitó junto a su familia en lo que hoy conocemos como el Alcázar de Colón.
Pero, ¿alguna vez se han preguntado cómo era, físicamente y como persona, este ilustre inquilino del palacio virreinal?
Fray Bartolomé de las Casas, que muy bien lo conoció, dejó este retrato de él en el segundo tomo de su historia:
Fue persona de gran estatura, como su padre, gentil hombre y los miembros bien proporcionados, el rostro luengo y la cabeza empinada, y que representaba tener persona de señor y de autoridad. Era muy bien acondicionado y de buenas entrañas, más simple que recatado ni malicioso; medianamente bien hablado, devoto y temeroso de Dios y amigo de religiosos, de los de San Francisco en especial, como lo era su padre, aunque ninguno de otra orden se pudiera dél quejar y mucho menos los de Santo Domingo. Temía mucho de errar en la gobernación que tenía a su cargo; se encomendaba mucho a Dios, suplicándole lo alumbrase para hacer lo que era obligado.